Como me case

par Michèle Anne Roncières

Traducido por Paty Lizaola

Tercera Parte

No tenía más que una vaga idea de las actitudes que debía tomar para las fotos: Como no habia tenido la minima esperanza de casarme algun dia, las fotos de boda nunca me interesaron. Pero Daniel y el fotógrafo supieron aconsejarme para posar lo mas natural que posible: Subyugada por mi esposo y mirando hacia lo lejos, sonriente con expresión de felicidad absoluta, etc. Las poses no faltaron, y yo me presté con placer.

Cuando hubimos terminado, no tuvimos ni siquiera tiempo de ponernos de acuerdo sobre la continacion del programa: unos muchachos y muchachas nos cayeron de todas partes y nos separaron. Yo me encontré de frente a una horda de ocho o nueve tipas fastidiosas y arrogantes y que luego me enteré que habian sido mis amigas de la infancia

- "¿y bien Marie-Odile ? yo pensaba que te casarias con el hijo del señor Gillete"

- "¿Que se siente la primera vez que te rasuras? "

- "No se si hiciste bien querida, dicen que a Daniel le gustan las chicas un poquito viriles, ¿Captas lo que quiero decir?

- ¿"y tu crees que esto vaya a durar mucho tiempo??

- Parece que después crece el doble.

Mi sangre hervía frente a ese grupo de arpias que los años de pensionado habian vuelto tan femeninas como unos muchachos obesos

- Ya está bien chicas, dejé caer la máscara... en cuanto a ustedes no sé que van a hacer en cuestion de silueta. Es curioso, en ustedes el relieve esta abajo, en lugar de estar arriba

Parece que las inyecciones para el busto no estan mal, pero se cae muy pronto... en cuanto a la panza, yo creo que pueden regresar a saltar la cuerda, eso les hara bien y es de su edad. Y no hablemos de barros, ahí si que es una verdadera lastima, el Clearasil no se vende mas que en tubos y no en barricas, pero talvez algun mayorista les pueda dar un buen precio.

Sorprendidas y ofendidas, las guacamallas se callaron, voltearon la cabeza y se fueron sin hablar más, incluso sin mirar a Daniel que regresaba hacia mi.

- ¿Qué les hiciste? Por lo general no hay manera de separarlas de ti, bueno, quiero decir, ellas y Marie-Odile son...?

-"Como los dedos de dos manos que pertenecen a dos boxeadores diferentes?-Rectifiqué. -"no te preocupes, ahora está vengada Marie-Odile.?

- Bien, dijo, sin parecer comprender lo que le decía. "Es tiempo de pasar a la mesa: Es bastante lejos, allá, en los jardines...?

Como mis damiselas se habian evaporado en la naturaleza, Madame Hilda, que no se alejaba jamas mucho de mi persona, vino a liberarme de mi cola... Daniel me dió el brazo y pasamos juntos algunas fuentes monumentales, recorrimos el gran espejo de agua antes de llegar a un claro enorme en los jardines, donde habian preparado el mas impresionante banquete que jamas hubiera visto: centenas de mesas alineadas bajo tiendas gigantescas alrededor de las cuales, regimientos de meseros en libréa se preparaban a servir. El grueso de los invitados estaban por el momento aglutinados en un rincón del claro, entre matandose tratando de parecer símpaticos. Todo mundo estaba vestido a la moda del Gran Siglo; La cabellera imponente y cuidadosamente construida, presentando vestidos suntuosos y finos, las mujeres habian reencontrado el uso y abuso de las moscas como sus tatarabuelas. En cuanto a los hombres, portaban ostentosamente imponentes pelucas de la época, trajes bordados, y me hacia gracia pensar que que ellos tan lejos de mi como lo pudieran pensar. Daniel me condujo con prestancia entre decenas de ancianos, embajadores, prefectos, politicos, y magnates diversos, con quienes fui presentada.

en todas las formas y que me hicieros varias series de besamanos inesperadas: pensaba que iba a morir de risa, pero logré transformer a tiempo mi hilaridad naciente en sonrisa de circunstancia, y que habria podido adoptar de manera permanente, si la amenaza de un calambre de la mandibula no se hubiera hecho sentir.

- no podré jamas acordarme de toda es gente, "protesté a Daniel?

- No tiene importancia, eso vendrá poco a poco... No olvides que ahora a ellos les toca arreglarselas para hacerse reconocer por ti.

En su conjunto era muy divertido: bajo los destellos de los fotografos, señores ancianos se inclinaban, tomaban la mano que les tendía, lanzaban alguna frase de cortesía pasada de moda, algún deseo convencional, o alguna frase humoristica y se doblaban en dos muchas veces con tal violencia que se podia temer legítimamente lo peor. Uno de ellos, un Academico, estaba tan anciano que me baveó la mano, afortunadamente recubierta con mi guante... pero para el mayor asco del siguiente en la fila. En cierto momento me encontré frente a una vieja antipatica con la tez amarillenta, mirandome de arriba hacia abajo, cuya una actitud glacial nos envolvió en un silencio insoportable.

- Madame... empecé...

Felizmente, Monsieur de Fremont-Beauchicourt, que se encontraba a mi lado, me salvó del embarazo y la mayor metida de pata que podria cometer:

Y bien Marie-Odile, ¿no reconoces a tu propia madre? Dijo él en voz baja simulando bromear... y antes de jalarme del brazo hacia un lugar menos hostil... donde me esperaban los padres de Daniel, que yo conocía y que me acojieron bien. El padre de Daniel, que continuamente estaba en la luna, apenas me puso atencion, pero me pareció que su mujer estaba completamente dispuesta a envolverme con una proteccion casi maternal, y esto me conmovio mucho, a mí, a quien una madre histérica me habia hecho siempre la vida dura. Pasamos enseguida a la mesa, lo que no fue particularmente fácil debido al emballenado de mi vestido.

Los servicios fueron tan numerosos que renuncié pronto a contarlos y a recordar su contenido! Desfilaron sin interrupcion hasta caida la tarde... Tuve mucho cuidado de apenas tomar un bocado de estos platillos deliciosos, para no correr el riesgo de reventar mi vestido; y humedecer solamente mis labios con los grandes vinos que me hubieran pronto embriagado... y que casi lo lograron...

Me hicieron todo el tiempo las mismas preguntas: donde ibamos a instalarnos, que proyectos teníamos... y como yo no conocia las respuestas simplemente lanzaba una sonrisa vacía y dejaba que Daniel contestara por mi. Yo dejaba mis cubiertos de tiempo en tiempo para mejor disfrutar de una conversacion interesante, demasidado rara para mi gusto, y siempre muy lejana, sea por el hartazgo pasajero de las viandas que nos proponian hasta la indigestion y eso me dejaba mucho tiempo para observar la fiesta. Durante una de esas pausas noté a lo lejos en un extramo de la mesa, a nuestra bien conocida momia que habian acomodado entre dos sillas y que parecia regalarse con alguna suculencia que ella aspiraba con un popote. Volviendo la miranda encotré la de Daniel:

- "Ella tambien tiene derecho de divertirse, ¿no? Creyó deber justificarse, temiendo que la presencia de Marie-Odile me incomodara. Sobre esta observación, que se podría pensar cruel, pero que no era más que el fruto de un esfuerzo desesperado, estallamos en risas, de lo que las familias y los invitados se felicitaron alegremente, como un buen augurio de nuesta futura relacion... A decir verdad, yo descubria a Daniel bajo otro angulo que ignoraba y que no habria jamas sospechado: a demas de la gran gentileza de la que me habia hecho prueba siempre, se preocupaba por no dejarme aburrir en este papel que no dibia haber sido jamas mio, el testimoniaba una gran ternura que, con la ayuda del vino, yo iba hasta encontrar natural y reconfortante. De tiempo en tiempo, veia a mi maquillista y a mi costurera que mi dirijian de lejos una discreta señal para que fuera a encontrarlas atrás de la tienda para un retoque de costura o maquillage... Me hacia bien dejar la mesa y su teatro: vista de un poco lejos la fiesta tomaba un carácter irreal e incierto... y sin embargo, una vez, parada en la verde hierba en mi vestido blanco. Sonriente a la vista de toda esa gente que se divertia, en el ruido confuso donde se fundian su deseos y sur risas, pensaba "Esta boda es la mia...?

Dios sabe que yo no habria jamas imaginado casarme un dia... Una vez, me tocó ir al al boda de un primo lejano, y esto fué una experiencia mas bien desmoralizadora. Eramos una veintena en un café campirano siniestro, una decena de gañanes, hombres evidentemente, pero con el incomprensible asentimiento de las mujeres presentes, se habian dedicado durante toda la comida, y bajo el pretexto de "poner ambiente? a hacer bromas constantes de una vulgaridad sin nombre, a tal punto que asqueado desaparecí antes del postre, jurandome que no volveria a asistir a una boda.

Como la tarde caia, terminaron por encender las velas de los grandes candelabros de plata, que habian llevado expresamente... ¡Qué bello era, este alumbrado en la oscuridad naciente! De lejos se veia como una inmensa última cena inmensa, y de cerca, cortados los rostros iluminados por las suaves sombras cambiantes...

Poco despues fue la hora del baile: el cortejo se empezo a mover guiado por las tenuas luces de plaza en plaza y se desplazó hasta una de las grandes salas del Castillo, donde nos esperaba el Concergebow, completo esta vez. Yo iba del brazo de Daniel que aprovechó que la gente se acomodara en la sala para instruirme sobre lo que alli iba a suceder.

No se si ustedes estan al corriente, pero, en este tipo de ceremonias, el protocolo obedece a reglas casi tan estrictas como el Baile de Debutantes el los Concursos de Miss... El baile sa abre con la recién casada que debe obligatoriamente bailar el vals con su padre, que la pasa en seguida al marido, cuyo padre invita a la madre de la novia mientras que su marido... breve, eso se vuelb¡ve pronto muy complicado. Todo lo que sabía es que lo primero que tenía que hacer era ir a la pista bajo las miradas de todo el mundo, y que alli debia bailar con un monton de gente... y yo estaba asustada.

- Daniel, le dije quedito, hay un pequeño detalle que debes saber?

- Cúal ¿?

Yo no se bailar en lo absoluto! Para se franca, detesto el baile! Como quieres que le haga, ademas con zapatos que me permiten apenas caminar?

Apenas tuve tiempo de ver levantarse la ceja de Daniel cuando vi a Monsieur de Frémont- Beauchicourt, que venia a buscarme, habia oido y ya habia encontrado una solucion.

"Muchachos, no tengan miedo, no es el momento! Hasta aquí, todo a funcionado bien, no hay razon para que no siga igual hasta el final

.

Hizo con la mano una señal discreta a Madame Hilda, que enseguida se acercó a él, y le mumura alguna cosa. Ella me condujo discretamente a un salon vecino, poco iluminado y casi vacío

- Hay que quitarse las zapatillas, me explico. Yo las guardaré.

-Quitarmelas zapatillas? Pero todo el mundo lo va a notar!

Madame Hilda me miro fijamente.

-Notarlo? Con su vestido de cestos, y todas esas enaguas que hay abajo? Ni usted seria capaz de encontrase sus propios pies, así que piense se se va a ver?

Sin duda para no dejarme probarle que yo podia todavía localizar perfectamente mis pies en esa embriguez de la boda y de la comida que acababa de hacer, ella se arrodilló frente a mí, levantó la falda de mi vestido y me quito las zapatillas con destreza.

"Evidentemente?, dijo ella a la vez que las guardaba en su bolso, "Cuando la lleguen a pisar le va a doler un poco?

- "Usted cree?, pregunté un poco inquieta?

- Si. En general los hombres son bailarines mediocres, y van todos a pisarla. Creame?

Me callé, tratando de imaginar los horribles y monotonos suplicios que me esperaban... cuando subitamente el rostro de Madame Hilda se iluminó:

- Hay una manera... Si usted siente que su pareja acerca sus pies demasiado a los suyos, no vacile: dele un pisoton antes de que el lo haga! Disculpese con una gran sonrisa, él se mantendra lejos de usted y ya no tendra nada que temer!.

Madame Hilda me recondujo a la gran sala mientras que yo me deshacia en agradecimientos: la orquesta acababa de afinar y se preparaba a atacar uno de los grandes valses del Repertorio Strauss... ante de que pudiera hacer o decir algo, Monsieur de Frémont-Beauchicourt me habia tomado, la orquesta habia empezado y yo me encontraba girando sin comprender nada y sin ver a la asistencia que nos aplaudia. Finalmente, contrariamente a lo que temia, era bastante fácil... porque no tenía nada que hacer... Una vez bailé con una chica, hace años, en una fiesta del colegio, pero no obtuve mas que una desoladora impresión de deber y de aburrimiento, complicado con mi ignorancia de los pasos y el trabajo durísimo de decidir las trayectorias... Aquí, todo eso habia desaparecido, yo no tenía mas que seguir y me encontraba bien.

Cuando nuestro turno hubo terminado, Daniel me recuperó. Eso me causó una sensacion extraña, sentir nuestros dedos entrelazados y su mano en mi cintura, mucho mayor que todo lo que había precedido; trataba de combatirla sin conseguirlo y la dejé enfin instalarse en mi para sucumbir plenamente. Daniel era, por lo poco que pueda juzgar, un fino bailarin, cuyos movimientos suaves y agiles me daban la medida de su talento. Solo me sorprendieron te tiempo en tiempo unas imperceptibles muecas de dolor, cuya explicacion tuve hasta el final del baile, cuando él me pidio, dejando su mano sobre mi, de permanecer inmobil y llamó a Madame Hilda: un alfiler de gran tamaño que habia quedado en un pliege de la tela, se habia clavado en su mano y le impedia retirarla... no faltó quien interpretara eso como un presagio de lo mas feliz. Daniel sacó a Madame de Frémont- Beauchicourt mientras que yo empezaba a pasar a manos desconocidas.

Con mi tercera pareja, los concejos de Madame Hilda me regresaron a la memoria muy oportunamente...dos veces, habia sentido que un zapato asesino habia rozado mis suaves dedos habiendo resuelto evitar una tercera vez, salté valientemente y con una amplia sonrisa sobre los pies de mi agresor quien sorprendido y debidamente advertido del riesgo que corría, me mantuvo alejada a todo lo que daban sus brazos, por el resto del baile... Yo les recomiento esta táctica que me sirvio varias veces durante esta noche, al punto que al final se veia a mas de la mitad de los señores que caminaban sirviendose unicamente de sus talones... Era medianoche, y los invitados aun en estado, estaban casi recostados en sus sillones, o discutiendo en pequeños grupos ayudandose de puros (para los hombres) y de licores (para las mujeres), cuando Daniel y yo decidimos eclipsarnos, fuga que paso desapercibida por cierto. Me llevó otra vez por el dedalo de corredores que ya habia recorrido en la mañana, y nos encontramos los dos frente una puerta cerrada que vacilabamos a abrir.

- "Bueno,? dije...?donde esta mi cuarto??

- "Es decir... Alli metimos a Marie-Odile: es a la que fuimos esta mañana, recuerdas??

- "Que vamos a hacer entonces? Tu llevas a Marie-Odile contigo y yo me voy a dormir en mi cuarto?

- "Imposible! No olvides que la momia, todo el mundo cree que eres tu, y que no podemos desplazarla solos (sobre todo tú con tu vestido): haria falta llamar a un ujier. ¿Te das cuenta si se llegara a saber que mi mujer paso la noche en la recamara de un viejo amigo, que yo hice venire a la mia??

- entonces que propones?

Daniel hizo como que pensaba durante algunos segundos. Después ternminó por encontrar un argumento decisivo:

- "Después de todo...Estamos casados, si o no?

Los dos soltamos una carcajada por primera vez en el dia... Seguros del principio que acababamos de aplicar, llevamos esa noche a sus últimos extremos: Apuesto que la compañía de la verdadera Marie-Odile habría sido menos agradable a Daniel, y que de la suya, ella habria aprovechado menos que yo... La mañana siguiente, muy tarde, como mi maquillage estaba todo corrido, mi barba crecida, traté de escurrirme discretamente, para ir a topar como mi maquillista y mi costurera, que solo esperaban mi aparicion con ansiedad: tenian la orden de arreglarme. Como ya no era cuestion de disfraces, me cambiaron la peluca y de ropa, vistiendome con un traje sastre muy chic, una verdadera vestimenta de mujer casada...

Dejamos Versalles en un coche lujoso, para ir a las tierras de los parientes de Daniel, a quienes él debia mostrarme. Mientras que el dia pasaba, no olvidaba el precedente ni siquiera un instante, sentia crecer en mi la tristesa, no de tener pronto que dejar todo del personaje que habia representado con tanta felicidad, sino de haber tenido cumplida la revelacion.

Fuimos a numerosos lugares, visitamos a cantidad de gente, sin que pudiera reencontrar toda la dicha de la vispera, y el dia transcurrió suavemente, hasta el momento en que Daniel me llevó a mi casa: Marie-Odile debia llegar al dia siguiente para retomar su lugar, lo que ella habria ya hecho si no hubiera sufrido un ataque a saber por Daniel que habiamos pasado la noche juntos. En el hospital habrian querido retenerla mas tiempo, pero tuvieron que renunciar frente a la determinacion de la momia furiosa, que habia sembrado el pánico y la confusion en todo el Servicio de Urgencias la golpear con sus muletas a todo aquello que llevara bata blanca.

Daniel me regalo el traje sastre, la bolsa y los zapatos, e intercambiamos frente a mi puerta un último juramento:

- "Daniel ", le pedí: " Júrame que si, un dia, por casualidad, Marie-Odile se cayera de Nuevo por las escaleras, me llamaras para reemplazarla??

- "Te lo juro... Michèle Anne ! ", dijo besándome.

Voilà. Es asi como me casé. De esto hace veinte años ahora... Veinte años durante los cuales la pobre de Marie-Odile ha tenido muy mala suerte en varias circunstancias, rompiendose dos veces la pierna derecha, tres la izquierda cuatro la muñeca derecha y dos la izquierda, varias costillas, las clavículas, el coccis y sin contar pequeños huesesillos cuyo nombre no conozco y que no se usan jamas... pero como ella siempre ha rechazado energicamente, sabe Dios porqué, dejar su casa para pasar sus convalecensias en la clínica, no pude nunca aprovechar para reencontrar a Daniel en su casa.

Algunas veces lo veo: el lleva siempre la fotografia de su boda con Marie-Odile, una en la que figuro a su lado, parace que Marie-Odile hizo un dia, un gigantesco autodefé, pero no pudo encontrar ésta que él traia sobre su Corazón. Cuando está harto de contar los pelos sobre la cara de su esposa, me busca y soñamos un poco de lo que podria ser el mundo sin las convenciones idiotas, las esposas malvadas y los intereses financieros...

Siempre tiene una buena noticia que traerme. ¿Cual era la última vez que lo vi? Ah si:

- "Mira Michèle Anne ! "Me dijo, fébrile, al mostrarme un recorte de periódico: " Un médico afirma que está a punto de lograr cryogenisar a seres humanos que sufren de una enfermedad actualmente incurable: es suficiente conservarlos en el friao hasta que la ciencia esté en estado de curarlos, y en ese momento se les descongela. ¿No crees que podría sugerir eso a Marie-Odile para su ligero desajuste hormonal? Mientras que ella estará en la cava, viviriamos juntos tu y yo, y cuando ella se despierte ya estaremos muertos y ella muy avanzada! Formidable, ¿no? "

- "Si, soñador! ", le dije, acariciandole la mejilla.

Michèle Anne Roncières, autora y propietaria de este texto, se reserva, salvo acuerdo expreso de su parte, todos los derechos para todos los países y en particular en cuanto a las modificaciones o reescritura, total o parcial, así como para todos formas de difusión y explotación

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